Cargando

IX - Cómo se debe orar

IX - Cómo se debe orar

Directorio de Adoración Privada
Directorio de Adoración Privada, Estándares de Westminster, Iglesia Reformada, Iglesia Presbiteriana, Calvinismo

Todos los que pueden concebir la oración, deben hacer uso de ese don de Dios; aunque los que son rudos y más débiles pueden comenzar con una forma fija de oración, pero para que no sean lentos en despertar en sí mismos (de acuerdo con sus necesidades diarias) el espíritu de oración, que es dado a todos los hijos de Dios en alguna medida: a tal efecto, deben ser más fervientes y frecuentes en la oración secreta a Dios, para capacitar sus corazones para concebir, y sus lenguas para expresar, deseos convenientes a Dios para su familia. Y, mientras tanto, para su mayor estímulo, mediten en estos materiales de oración y utilícenlos, como sigue.

Que confiesen a Dios cuán indignos son de venir a su presencia, y cuán incapaces son de adorar a su Majestad; y por lo tanto, pidan fervientemente a Dios el espíritu de oración.

Que confiesen sus pecados, y los de la familia; acusándose, juzgándose y condenándose por ellos, hasta llevar sus almas a alguna medida de verdadera humillación.

Deben derramar sus almas a Dios, en el nombre de Cristo, por el Espíritu, para el perdón de los pecados; para la gracia de arrepentirse, creer y vivir sobria, justa y piadosamente; y para que puedan servir a Dios con alegría y deleite, caminando delante de él.

Deben dar gracias a Dios por sus muchas misericordias para con su pueblo y para con ellos mismos, y especialmente por su amor en Cristo y por la luz del Evangelio.

Deben orar por los beneficios particulares, espirituales y temporales, de los que tengan necesidad en ese momento (ya sea por la mañana o por la tarde), como la salud o la enfermedad, la prosperidad o la adversidad.

Deben orar por la iglesia de Cristo en general, por todas las iglesias reformadas, y por esta iglesia en particular, y por todos los que sufren por el nombre de Cristo; por todos nuestros superiores, la majestad del rey, la reina y sus hijos; por los magistrados, ministros y todo el cuerpo de la congregación de la que son miembros, así como por sus vecinos ausentes en sus asuntos legales, como por los que están en casa.

La oración puede cerrarse con el deseo ferviente de que Dios sea glorificado en la venida del reino de su Hijo, y en el cumplimiento de su voluntad, y con la seguridad de que son aceptados, y de que se hará lo que han pedido según su voluntad.