3. Que la obediencia a la Ley discurra por el cauce correcto de la fe en Cristo
3. Que la obediencia a la Ley discurra por el cauce correcto de la fe en Cristo
Suma del Conocimiento Salvador
Suma del Conocimiento Salvador, Estándares de Westminster, Iglesia Reformada, Iglesia Presbiteriana, Calvinismo
El tercer requisito para evidenciar la verdadera fe es que la obediencia a la ley discurra por el cauce correcto, es decir, por medio de la fe en Cristo, etc., que se sostiene, I Tim. i. 5.
Ahora bien, el fin del mandamiento es el amor, de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe no fingida.
Donde el apóstol enseña estas siete doctrinas:
1. Que la obediencia de la ley debe brotar del amor, y el amor de un corazón puro, y un corazón puro de una buena conciencia, y una buena conciencia de la fe no fingida: éste es el único canal correcto de las buenas obras: El fin de la ley es el amor, etc.
2. Que el fin de la ley no es que los hombres sean justificados por su obediencia a la misma, pues es imposible que los pecadores puedan ser justificados por la ley, quienes, por toda transgresión, son condenados por la ley: Porque el fin de la ley es el amor, de un corazón puro, etc.
3. Que el verdadero fin de la ley, predicada al pueblo, es que éste, al ver por la ley su merecida condenación, huya a Cristo sin fingir, para ser justificado por la fe en él; así lo dice el texto, mientras hace brotar el amor por la fe en Cristo.
4. Que ningún hombre puede ponerse en amor para obedecer la ley, salvo en la medida en que su conciencia se tranquilice por la fe, o busque tranquilizarse en Cristo; porque el fin de la ley es el amor, a partir de una buena conciencia, y la fe no fingida.
5. Que la fe fingida va a Cristo sin tener en cuenta la ley, y por lo tanto quiere un recado; pero la fe no fingida tiene en cuenta la ley, y se ve obligada a huir para refugiarse en Cristo, como fin de la ley para la justicia, tantas veces como se encuentra culpable por la violación de la ley: Porque el fin de la ley es la fe no fingida.
6. Para que los frutos del amor se manifiesten particularmente, es necesario que el corazón sea llevado al odio de todo pecado e impureza, y a un firme propósito de seguir toda santidad universalmente: Porque el fin de la ley es el amor, de un corazón puro.
7. 7. Que la fe no fingida es capaz de hacer que la conciencia sea buena y el corazón puro, y que el hombre obedezca amorosamente a la ley; porque cuando la sangre de Cristo es vista por la fe para aquietar la justicia, entonces la conciencia se aquieta también, y no permite que el corazón entretenga el amor al pecado, sino que pone al hombre a trabajar para temer a Dios por su misericordia, y para obedecer todos sus mandamientos, por amor a Dios, por su don gratuito de la justificación, por la gracia que le ha sido otorgada: Porque éste es el fin de la ley, por el cual obtiene del hombre más obediencia que de cualquier otro modo.