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De la lectura pública de las Sagradas Escrituras

De la lectura pública de las Sagradas Escrituras

Directorio de Adoración Pública
Directorio de Adoración Pública, Estándares de Westminster, Iglesia Reformada, Iglesia Presbiteriana, Calvinismo

La lectura de la Palabra en la congregación, siendo parte del culto público a Dios (en el que reconocemos nuestra dependencia de él y nuestra sujeción a él) y un medio santificado por él para la edificación de su pueblo, debe ser realizada por los pastores y maestros.

Sin embargo, los que pretenden el ministerio, pueden ocasionalmente leer la Palabra y ejercer su don de predicación en la congregación, si el presbiterio lo permite.

Todos los libros canónicos del Antiguo y del Nuevo Testamento (pero ninguno de los comúnmente llamados apócrifos) se leerán públicamente en la lengua vulgar, según la mejor traducción permitida, con claridad, para que todos puedan oír y entender.

La extensión de la porción que se leerá de una vez, se deja a la sabiduría del ministro; pero es conveniente que de ordinario se lea un capítulo de cada Testamento en cada reunión; y a veces más, cuando los capítulos sean cortos, o la coherencia del asunto lo requiera.

Es necesario que todos los libros canónicos sean leídos en orden, para que el pueblo pueda conocer mejor todo el cuerpo de las Escrituras; y ordinariamente, cuando la lectura de cualquiera de los Testamentos termina en un día del Señor, debe comenzar al siguiente.

Recomendamos también la lectura más frecuente de las Escrituras que el lector considere mejor para la edificación de sus oyentes, como el libro de los Salmos y otros similares.

Cuando el ministro que lee considere necesario exponer alguna parte de lo que se lee, no lo haga hasta que se haya terminado todo el capítulo o salmo; y siempre se debe tener en cuenta el tiempo, para que ni la predicación ni las demás ordenanzas se vean obstaculizadas o se vuelvan tediosas. Esta regla debe observarse en todas las demás actuaciones públicas.

Además de la lectura pública de las Sagradas Escrituras, se debe exhortar a toda persona que sepa leer, a que lea las Escrituras en privado (y a todos los demás que no sepan leer, si no están incapacitados por la edad o por otro motivo, se les debe exhortar igualmente a que aprendan a leer) y a que tengan una Biblia.