De la santificación del día del Señor

De la santificación del día del Señor

Directorio de Adoración Pública
Directorio de Adoración Pública, Estándares de Westminster, Iglesia Reformada, Iglesia Presbiteriana, Calvinismo

El día del Señor debe ser recordado de antemano, de modo que todos los negocios mundanos de nuestras ocupaciones ordinarias puedan ser ordenados y dejados de lado de manera oportuna, para que no sean un impedimento para la debida santificación del día cuando éste llegue.

Todo el día debe celebrarse como santo para el Señor, tanto en público como en privado, por ser el sábado cristiano. Para ello, es necesario que durante todo ese día se produzca un santo cese o descanso de todos los trabajos innecesarios, y una abstención, no sólo de todos los deportes y pasatiempos, sino también de todas las palabras y pensamientos mundanos.

Que la dieta en ese día sea ordenada de tal manera que ni los sirvientes sean innecesariamente detenidos del culto público a Dios, ni ninguna otra persona sea impedida de santificar ese día. Que haya preparativos privados de cada persona y familia, mediante la oración por ellos mismos, y para que Dios ayude al ministro, y para que bendiga su ministerio; y mediante otros ejercicios santos, que puedan disponerlos a una comunión más cómoda con Dios en sus ordenanzas públicas.

Que todo el pueblo se reúna tan oportunamente para el culto público, que toda la congregación esté presente al principio, y con un solo corazón se una solemnemente en todas las partes del culto público, y no se vaya hasta después de la bendición.

Que el tiempo que quede libre, entre o después de las reuniones solemnes de la congregación en público, se emplee en la lectura, la meditación, la repetición de los sermones; especialmente llamando a sus familias para que den cuenta de lo que han oído, y catequizándolas, las santas conferencias, la oración para que se bendigan las ordenanzas públicas, el canto de salmos, la visita a los enfermos, el socorro a los pobres y otros deberes similares de piedad, caridad y misericordia, que hacen del sábado un deleite.