De la oración después del sermón
De la oración después del sermón
Directorio de Adoración Pública
Directorio de Adoración Pública, Estándares de Westminster, Iglesia Reformada, Iglesia Presbiteriana, Calvinismo
Terminado el sermón, el ministro debe dar gracias por el gran amor de Dios, al enviarnos a su Hijo Jesucristo; por la comunicación de su Espíritu Santo; por la luz y la libertad del glorioso Evangelio, y por las ricas y celestiales bendiciones reveladas en él; como, por ejemplo, la elección, la vocación, la adopción, la justificación, la santificación y la esperanza de gloria; por la admirable bondad de Dios al liberar la tierra de las tinieblas y la tiranía anticristianas, y por todas las demás liberaciones nacionales; por la reforma de la religión; por la alianza; y por muchas bendiciones temporales.
Orar por la permanencia del Evangelio y de todas sus ordenanzas en su pureza, poder y libertad: convertir las principales y más útiles asuntos del sermón en unas pocas peticiones; y orar para que permanezca en el corazón y produzca frutos.
Orar para prepararse para la muerte y el juicio, y velar por la venida de nuestro Señor Jesucristo: suplicar a Dios el perdón de las iniquidades de nuestras cosas santas, y la aceptación de nuestro sacrificio espiritual, por el mérito y la mediación de nuestro gran Sumo Sacerdote y Salvador el Señor Jesucristo.
Y porque la oración que Cristo enseñó a sus discípulos no sólo es un modelo de oración, sino que es en sí misma una oración muy completa, recomendamos que se utilice también en las oraciones de la iglesia. Y considerando que, en la administración de los sacramentos, la celebración de ayunos públicos y días de acción de gracias, y otras ocasiones especiales, que pueden dar lugar a peticiones y agradecimientos especiales, es necesario expresar algo en nuestras oraciones públicas, (como en este momento es nuestro deber orar por una bendición sobre la Asamblea de los teólogos, los ejércitos por mar y tierra, para la defensa del Rey, el Parlamento y el Reino) cada ministro está aquí para aplicarse en su oración, antes o después del sermón, a esas ocasiones: pero, en cuanto a la forma, se le deja libertad, según Dios le dirija y le capacite en piedad y sabiduría para cumplir con su deber.
Terminada la oración, cántese un salmo, si se puede hacer con conveniencia. Después de lo cual (a menos que siga alguna otra ordenanza de Cristo que concierna a la congregación en ese momento) el ministro despide a la congregación con una bendición solemne.